Carlos Hernando Guevara Rodríguez
El último romántico del Sur.
Un Prólogo de la obra Evocación al tiempo y a la vida
Por Heldyn Guevara Revelo
Las arrugas en
mi frente
Son los libros
que he leído.
Hernando Guevara Rodríguez
(1929-2006)
Evocación al tiempo y a la vida, no es un libro común y corriente. No es una
obra romanticona, ni “floripondia”, como diría María Mercedes Carranza. Tampoco
refleja un Romanticismo europeo mal entendido, como lo asimilaron los poetas
que se suicidaron en sus lágrimas. Hernando Guevara Rodríguez, El poeta del
ovni, es el modelo referente, del Sturm
Und Grand (Tormenta e ímpetu) alemán, anti racionalista, que con principios
filosóficos de academia, multiplicó sus sentimientos en proeza emancipadora y
patriótica. No tiene nada de Aurelio Arturo, ni amenazó nunca en sus sonetos
atragantarse con su imitación para lograr un escaño en la literatura nariñense.
Su anonimato atacado por cobardes políticas, no impidieron que su inmortalidad
la obtuviera en el ejemplo que les dejó de herencia a los maestros del amor
sureño: transformar lo local de su terruño en lo universal de la
irreverencia.
Su obra no posee un título
soberbiamente metafórico para revelar una vida como lo han hecho, a excepción
de Proust y su obra A la recherche du
temps perdu (En busca del tiempo perdido), los autores de libros comunes y
corrientes. Es una obra que demuestra de principio a fin que el autor es
consciente que la vocación literaria no es un don divino, fanático y vanidoso,
subordinado de la inspiración, sino el resultado de la experiencia vivida.
Y más que una confesión honesta, es una denuncia valiente de las
debilidades masculinas por la mujer. La naturaleza, la religión y la historia
que conforman la simbiosis de la conciencia humana.
Pero estas palabras humildemente aristocráticas detentan una política
clara expresadas en un personaje común a todos como es el General Nariño. De
ahí que el autor, formule un equilibrio, una equidad en los sentimientos de los
hombres a través de la poesía. Si todos poseemos iguales apetencias y
admiraciones, por lo que nos rodea, absolutamente nadie puede ser superior ante
los demás. La mujer es el sexo débil que debilita a los hombres. A los hombres
iguales. Por eso es que el autor, no remilga del pecado de Eva en el poema Mujer
ideal, y la condición masculina de estar obligado a ganarse el pan con
el sudor de la frente. De ese trabajo por conquistar a la mujer difícil.
Hernando Guevara Rodríguez revela en Por qué amo a una mujer: “Porque es esquiva al beso/y lo hace porque
teme al diablo/ y al infierno/al ángel de la guarda/, al duende o al dolor.”
La mujer baila con distintos trajes a lo largo del pedestal de toda la
obra. ¿Acaso siquiera los místicos se han atrevido a leer a un devota en calidad
de mujer de Dios? Nuestro autor lo hace en A una religiosa, porque no la ve
como una oponente, sino como una mujer eternamente inalcanzable, análoga al
poema: A mi madre, que
reza en uno de sus versos: “No sé si en el sarcasmo de la vida/haya otro amor tan
puro y tan sublime… Es ese amor de hadas que disculpa nuestras faltas, es el amor
que nos hace perfectos ante los ojos maternos.
¿Pero qué más evidencia de verdad puede haber en el poema religioso? El
autor Guevara rompe con las normas estructuralistas al reflejar en su obra su
vida legítima de seminarista. Y en A Jesús crucificado, condena el
sistema religioso retando las leyes eternales: No te cansa estar así pendiente (…) Pues no te libro. Porque Tú
quisiste/cargarla a cuestas en venganza mía. Y se purga de los falsos
religiosos en Asceta: Y amo el
ascetismo y por sus fines muero/ ya que no encuentro esfera dónde posar la
planta. La religión de Hernando Guevara Rodríguez es como su obra, única,
dadivosa, donde su dios se crucifica, se martiriza, como no lo ha vuelto a
hacer ningún hombre hecho a imagen y semejanza. La Naturaleza, asunto reiterado
de los románticos, despliega en Evocación
al tiempo y a la vida, un encargo muy particular como es el de las
“obligaciones de los seres”. El autor no intenta cantarle a las formas
telúricas por su belleza superficial, sino por sus oficios entre el ambiente
circundante, como la situación vivencial de La hormiga: “La mole que en sus hombros lleva a
cuestas/un siglo de existencia representa.” Ese el símbolo del trabajo que excomulga del arte la
inspiración y simboliza la ardua labor del escritor. En Mariposa. Por ejemplo,
más que la silueta de un vuelo sutil y pintoresco, es la encarnación del
pasatiempo visual de los hombres en el centro del mundo, es dios, es el hombre
mismo que dejó a tras el gusano del tiempo omiso. La mariposa es la luz, es el
ovni, -¿qué poeta le ha cantado al ovni?- sobrenatural del Apocalipsis. Es la
filosofía del hombre parangonada con el oficio de la criatura.
El poema Tu Filosofía, nos recuerda el expresionismo confesado por Kafka
en La Metamorfosis, porque el hombre
no es más que “un pobre gusano que se
arrastra paso/ buscando en qué posar su pobre testa.” El animal es el mayor
contacto comunicativo que el hombre haya podido tener con la naturaleza: con el
campo, con la vida rural, que poco a poco ha ido perdiendo su inocencia
influenciada por el libertinaje instaurado en la ciudad. De ahí que en Natura
el autor proclame: “En el seno del bosque
hay un arrullo/que contrasta al insulto y la violencia.” Hernando Guevara,
silbando y repitiendo de memoria los discursos de Gaitán, recolectando la leña
en su estancia abrigada, afirma que los saludos amables de la gente de los
pueblos se transforman en insultos. En el poema A Bogotá, la capital de
la violencia: describe una ciudad que hay que visitar desde arriba, a 2.600
metros más cerca de las estrellas, desde el lado de Dios, con el fin de
demostrar la fe por el gamín, un niño mitad hombre y mitad bestia.
Los poemas A Barbacoas, A Samaniego, A Pasto, A Madrigal, Oda a Cumbitara, -su
tierra natal, donde de niño vendió panelas, de ahí su corazón dulce y dadivoso,
amante de la Educación y que fundó colegios sin un peso en el bolsillo-,
testimonian las memorias de un viajero sedentario del tiempo, porque donde vaya
siempre tendrá en la cabeza el recuerdo estático, real, de un trozo terrenal
que se encarna en las señales de las manos causadas por la pala y el azadón.
Sin duda que los lectores de esta poética que empieza, encontrarán en Evocación
al tiempo y a la vida, no solo una forma distante de la naturaleza por
siempre imitada de Aurelio Arturo (que como García Márquez a Colombia), ha
ensombrecido tanto autor nariñense, sino que será testigo que cada verso es
ajeno a cualquier mentira literaria.
¡Ahí va Hernando Guevara Rodríguez, el último romántico del sur,
surcando el cielo tripulando su ovni sobrenatural!
POESIA
CORAZON
Sin querer estar junto
a tu presencia
Te llevo asido por
donde yo vaya,
Como norma mortal de
la existencia
Tras la sombra de un
sol que ya desmaya.
Tu jadeante latir,
cual la conciencia
Me acompaña sin fin
con tanto anhelo
En busca del ideal y
la sapiencia
Como hoy se busca la
paz en claro cielo.
Tu dictamen es la ley
inexorable
Que acelera a pagar
grata condena
Porque el tiempo es
pasaje impostergable.
Si eres el péndulo que
mide la existencia
Haciéndola eventual
inexorable
Solo se espera que
dictes la sentencia.
¡SEÑOR!
No imploro porque
sufro sin medida:
No quiero que me des
algún consuelo
Porque sé que dirás
desde tu cielo
“resígnate nomás vive
tu vida”.
En cambio aquel que
luche en la refriega
Te clama con sus manos
destrozadas
Implorando tu amor,
pero no llega
Quizás porque a él no
alumbran tus miradas.
¡Señor!, no sé por
dónde enviar mi queja;
Ya la oración en mí se
hizo rutina
Que en vez de
acercarse a ti se aleja…
¡Señor!, si tu bondad
en mí no deja
Que sienta ese dolor
en tus espinas…
Mira en el mar la
barca que se aqleja…
A MI MADRE
No sé si en el
sarcasmo de la vida
Haya otro amor tan
puro y tan sublime
Que pueda restañar
esta honda herida…
Ni cuál es el amor que
nos redime…
No sé Madre querida,
si es la hora
De acordarme de ti.
Como en antaño
Me acordaba de ti,
cuya memoria
Se renueva en mi ser
año tras año.
Y sin embargo por tu
amor yo vivo
En medio de este mar
de sinsabores
Donde me pienso en
soledad cautivo.
Y al par de comprender
tantos dolores
Consuelo en tu
recuerdo yo concibo
Porque eres el amor de
mis amores,.
Hernando Guevara
Rodríguez
(1929-2006)
Heldyn Guevara Revelo
Ipiales, diciembre de 2015