lunes, 28 de diciembre de 2015



Carlos Hernando Guevara Rodríguez
El último romántico del Sur.

Un Prólogo de la obra Evocación al tiempo y a la vida

Por Heldyn Guevara Revelo

Las arrugas en mi frente
Son los libros que he leído.

Hernando Guevara Rodríguez
(1929-2006)

Evocación al tiempo y a la vida, no es un libro común y corriente. No es una obra romanticona, ni “floripondia”, como diría María Mercedes Carranza. Tampoco refleja un Romanticismo europeo mal entendido, como lo asimilaron los poetas que se suicidaron en sus lágrimas. Hernando Guevara Rodríguez, El poeta del ovni, es el modelo referente, del Sturm Und Grand (Tormenta e ímpetu) alemán, anti racionalista, que con principios filosóficos de academia, multiplicó sus sentimientos en proeza emancipadora y patriótica. No tiene nada de Aurelio Arturo, ni amenazó nunca en sus sonetos atragantarse con su imitación para lograr un escaño en la literatura nariñense. Su anonimato atacado por cobardes políticas, no impidieron que su inmortalidad la obtuviera en el ejemplo que les dejó de herencia a los maestros del amor sureño: transformar lo local de su terruño en lo universal de la irreverencia. 
   Su obra no posee un título soberbiamente metafórico para revelar una vida como lo han hecho, a excepción de Proust y su obra A la recherche du temps perdu (En busca del tiempo perdido), los autores de libros comunes y corrientes. Es una obra que demuestra de principio a fin que el autor es consciente que la vocación literaria no es un don divino, fanático y vanidoso, subordinado de la inspiración, sino el resultado de la experiencia vivida.
Y más que una confesión honesta, es una denuncia valiente de las debilidades masculinas por la mujer. La naturaleza, la religión y la historia que conforman la simbiosis de la conciencia humana.
Pero estas palabras humildemente aristocráticas detentan una política clara expresadas en un personaje común a todos como es el General Nariño. De ahí que el autor, formule un equilibrio, una equidad en los sentimientos de los hombres a través de la poesía. Si todos poseemos iguales apetencias y admiraciones, por lo que nos rodea, absolutamente nadie puede ser superior ante los demás. La mujer es el sexo débil que debilita a los hombres. A los hombres iguales. Por eso es que el autor, no remilga del pecado de Eva en el poema Mujer ideal, y la condición masculina de estar obligado a ganarse el pan con el sudor de la frente. De ese trabajo por conquistar a la mujer difícil. Hernando Guevara Rodríguez revela en Por qué amo a una mujer: Porque es esquiva al beso/y lo hace porque teme al diablo/ y al infierno/al ángel de la guarda/, al duende o al dolor.”  
La mujer baila con distintos trajes a lo largo del pedestal de toda la obra. ¿Acaso siquiera los místicos se han atrevido a leer a un devota en calidad de mujer de Dios? Nuestro autor lo hace en A una religiosa, porque no la ve como una oponente, sino como una mujer eternamente inalcanzable, análoga al poema: A mi madre,  que reza en uno de sus versos: “No sé si en el sarcasmo de la vida/haya otro amor tan puro y tan sublime… Es ese amor de hadas que disculpa nuestras faltas, es el amor que nos hace perfectos ante los ojos maternos.
¿Pero qué más evidencia de verdad puede haber en el poema religioso? El autor Guevara rompe con las normas estructuralistas al reflejar en su obra su vida legítima de seminarista. Y en A Jesús crucificado, condena el sistema religioso retando las leyes eternales: No te cansa estar así pendiente (…) Pues no te libro. Porque Tú quisiste/cargarla a cuestas en venganza mía.  Y se purga de los falsos religiosos en Asceta: Y amo el ascetismo y por sus fines muero/ ya que no encuentro esfera dónde posar la planta. La religión de Hernando Guevara Rodríguez es como su obra, única, dadivosa, donde su dios se crucifica, se martiriza, como no lo ha vuelto a hacer ningún hombre hecho a imagen y semejanza. La Naturaleza, asunto reiterado de los románticos, despliega en Evocación al tiempo y a la vida, un encargo muy particular como es el de las “obligaciones de los seres”. El autor no intenta cantarle a las formas telúricas por su belleza superficial, sino por sus oficios entre el ambiente circundante, como la situación vivencial de La hormiga: “La mole que en sus hombros lleva a cuestas/un siglo de existencia representa.” Ese el  símbolo del trabajo que excomulga del arte la inspiración y simboliza la ardua labor del escritor. En Mariposa. Por ejemplo, más que la silueta de un vuelo sutil y pintoresco, es la encarnación del pasatiempo visual de los hombres en el centro del mundo, es dios, es el hombre mismo que dejó a tras el gusano del tiempo omiso. La mariposa es la luz, es el ovni, -¿qué poeta le ha cantado al ovni?- sobrenatural del Apocalipsis. Es la filosofía del hombre parangonada con el oficio de la criatura.
El poema Tu Filosofía, nos recuerda el expresionismo confesado por Kafka en La Metamorfosis, porque el hombre no es más queun pobre gusano que se arrastra paso/ buscando en qué posar su pobre testa.” El animal es el mayor contacto comunicativo que el hombre haya podido tener con la naturaleza: con el campo, con la vida rural, que poco a poco ha ido perdiendo su inocencia influenciada por el libertinaje instaurado en la ciudad. De ahí que en Natura el autor proclame: “En el seno del bosque hay un arrullo/que contrasta al insulto y la violencia.” Hernando Guevara, silbando y repitiendo de memoria los discursos de Gaitán, recolectando la leña en su estancia abrigada, afirma que los saludos amables de la gente de los pueblos se transforman en insultos. En el poema A Bogotá, la capital de la violencia: describe una ciudad que hay que visitar desde arriba, a 2.600 metros más cerca de las estrellas, desde el lado de Dios, con el fin de demostrar la fe por el gamín, un niño mitad hombre y mitad bestia.
Los poemas A Barbacoas, A Samaniego, A Pasto, A Madrigal, Oda a Cumbitara, -su tierra natal, donde de niño vendió panelas, de ahí su corazón dulce y dadivoso, amante de la Educación y que fundó colegios sin un peso en el bolsillo-, testimonian las memorias de un viajero sedentario del tiempo, porque donde vaya siempre tendrá en la cabeza el recuerdo estático, real, de un trozo terrenal que se encarna en las señales de las manos causadas por la pala y el azadón.
Sin duda que los lectores de esta poética que empieza, encontrarán en Evocación al tiempo y a la vida, no solo una forma distante de la naturaleza por siempre imitada de Aurelio Arturo (que como García Márquez a Colombia), ha ensombrecido tanto autor nariñense, sino que será testigo que cada verso es ajeno a cualquier mentira literaria.
¡Ahí va Hernando Guevara Rodríguez, el último romántico del sur, surcando el cielo tripulando su ovni sobrenatural!    


POESIA

CORAZON
Sin querer estar junto a tu presencia
Te llevo asido por donde yo vaya,
Como norma mortal de la existencia
Tras la sombra de un sol que ya desmaya.

Tu jadeante latir, cual la conciencia
Me acompaña sin fin con tanto anhelo
En busca del ideal y la sapiencia
Como hoy se busca la paz en claro cielo.

Tu dictamen es la ley inexorable
Que acelera a pagar grata condena
Porque el tiempo es pasaje impostergable.

Si eres el péndulo que mide la existencia
Haciéndola eventual inexorable
Solo se espera que dictes la sentencia.

¡SEÑOR!
No imploro porque sufro sin medida:
No quiero que me des algún consuelo
Porque sé que dirás desde tu cielo
“resígnate nomás vive tu vida”.

En cambio aquel que luche en la refriega
Te clama con sus manos destrozadas
Implorando tu amor, pero no llega
Quizás porque a él no alumbran tus miradas.

¡Señor!, no sé por dónde enviar mi queja;
Ya la oración en mí se hizo rutina
Que en vez de acercarse a ti se aleja…

¡Señor!, si tu bondad en mí no deja
Que sienta ese dolor en tus espinas…
Mira en el mar la barca que se aqleja…

A MI MADRE
No sé si en el sarcasmo de la vida
Haya otro amor tan puro y tan sublime
Que pueda restañar esta honda herida…
Ni cuál es el amor que nos redime…

No sé Madre querida, si es la hora
De acordarme de ti. Como en antaño
Me acordaba de ti, cuya memoria
Se renueva en mi ser año tras año.

Y sin embargo por tu amor yo vivo
En medio de este mar de sinsabores
Donde me pienso en soledad cautivo.

Y al par de comprender tantos dolores
Consuelo en tu recuerdo yo concibo
Porque eres el amor de mis amores,.

Hernando Guevara Rodríguez
(1929-2006)


Heldyn Guevara Revelo

Ipiales, diciembre de 2015

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